Algunas de las cosas que sabemos las sabemos por detrás, por la espalda. Otras las conocemos por los costados o por la planta de los pies. Pensamos con una rodilla o con el codo. Un dedo sabe algo distinto de lo que conoce la cabeza. Y a veces se abren caminos por error, o así nos parece, que nos llevan a una escalera que no sirve para ir a ningún sitio. O a un cuento que se mueve en círculos. Creemos que sabemos, pero en realidad desconocemos qué camino tomará el camino.