Croac era la rana más feliz del mundo. Se reía cuando se sumergía y alcanzaba el fondo del lago. Sonreía al aterrizar sobre sus patas después de un salto mortal. Y gritaba «¡Yupi!» cada vez que lograba saltar de una hoja de nenúfar a otra. Hasta la mañana en que se cruzó con la cigüeña